sábado, 22 de mayo de 2010

CUENTOS CORTOS


EL TIGRE SIN COLOR

Había una vez un tigre sin color. Todos sus tonos eran grises, blancos y negros. Tanto, que parecía salido de una de esas películas antiguas. Su falta de color le había hecho tan famoso, que los mejores pintores del mundo entero habían visitado su zoológico tratando de colorearlo, pero ninguno había conseguido nada: todos los colores y pigmentos resbalaban sobre su piel.

Entonces apareció Chiflus, el pintor chiflado. Era un tipo extraño que andaba por todas partes pintando alegremente con su pincel. Mejor dicho, hacía como si pintara, porque nunca mojaba su pincel, y tampoco utilizaba lienzos o papeles; sólo pintaba en el aire, y de ahí decían que estaba chiflado. Por eso les hizo tanta gracia a todos que Chiflus dijera que quería pintar al tigre gris.

Al entrar en la jaula del tigre, el chiflado pintor comenzó a susurrarle a la oreja, al tiempo que movía su seco pincel arriba y abajo sobre el animal. Y sorprendiendo a todos, la piel del tigre comenzó a tomar los colores y tonos más vivos que un tigre pueda tener. Estuvo Chiflus mucho tiempo susurrando al gran animal y retocando todo su pelaje, que resultó bellísimo.

Todos quisieron saber cuál era el secreto de aquel genial pintor. Chiflus explicó cómo su pincel sólo servía para pintar la vida real, que por eso no necesitaba usar colores, y que había podido pintar el tigre con una única frase que susurró a su oido continuamente: "en sólo unos días volverás a ser libre, ya lo verás".

Y viendo la tristeza que causaba al tigre su encierro, y la alegría por su libertad, los responsables del zoo finalmente lo llevaron a la selva y lo liberaron, donde nunca más perdió su color.

CUENTOS CORTOS


FAMINA FAMOSINA

Famina Famosina era un niña muy popular en su colegio. Era ingeniosa y divertida, y no se llevaba mal con nadie. No era casualidad que Famina fuera popular: desde pequeñita se esforzó en ser amable y saludar a todo el mundo, invitaba a toda la clase a su cumpleaños, y de vez en cuando llevaba regalos para todos. Era una niña muy ocupada, con tantos amigos, que casi no tenía tiempo más que para estar un ratito con cada uno, pero se sentía la niña más afortunada, sin ninguna duda era la niña con más amigos del cole y del barrio. Pero todo cambió el día que celebraron en el colegio el día del amigo. Aquel día estuvieron jugando sin parar, haciendo dibujos y regalos, y al final del día, cada uno hizo tres regalos a sus tres mejores amigos. Famina disfrutó eligiendo entre tantísimos amigos como tenía, pero cuando todos habían terminado y habían entregado sus regalos, ¡Famina era la única que no tenía ninguno!
Famina se llevó un disgusto terrible, y estuvo durante horas llorando sin parar "¿cómo era posible?", "¿tanto esfuerzo para tener tantos amigos, y resulta que nadie la consideraba la mejor amiga?".
Casi todos se acercaron un ratito a consolarla, pero se marchaban rápido, lo mismo que ella había hecho tantas veces. Y entonces comprendió que ella era buena amiga, compañera y conocida de mucha gente, pero no era amiga de verdad de nadie. Ella trataba de no contrariar a nadie, y hacer caso a todo el mundo, pero ahora descubría que eso no era suficiente para tener amigos de verdad. Así que cuando llegó a su casa hecha un mar de lágrimas, le preguntó a su madre dónde podía conseguir amigos de verdad.
- Famina, hija - respondió la madre - los amigos no son algo que se pueda comprar con una sonrisa o unas buenas palabras. Si quieres amigos y amigas de verdad, tendrás que dedicarles tiempo y cariño. Con un amigo de verdad tienes que estar siempre disponible, en las buenas y en las malas.
- Pero yo quiero ser amiga de todos, ¡tengo que repartir el tiempo entre todos!- protestó Famina.
-Hija, tú eres encantadora -respondió su madre- pero no se puede ser amigo íntimo de todo el mundo. No hay tiempo suficiente para estar siempre dispuesto para todos, así que tus amigos de verdad sólo pueder ser unos pocos. El resto serán buenos amigos y conocidos, pero no serán amigos de verdad
Y Famina se fue decidida a cambiar para tener amigos de verdad . Y cuando estaba en la cama viendo qué podía hacer para conseguirlo, pensó en su madre: siempre estaba dispuesta a ayudarla, aguantaba todos sus disgustos y problemas, siempre le perdonaba, y la quería muchísimo... ¡ eso era justo lo que hacen los amigos!. Y sonrió de oreja a oreja, pensando que ya tenía la mejor amiga que se podía desear.

CUENTOS CORTOS

EL NIÑO QUE CASI FUE PRINCIPE


Un rey que no tiene hijos convoca un concurso para elegir príncipe heredero. El niño que supera todas las pruebas, aun siendo excelente, es impaciente, lo que preocupa al rey. El rey decide ponerle a prueba llevándole al bosque con un perro y mostrándole un gran tesoro en el centro del bosque. El rey se marcha un momento diciéndole que si espera a su vuelta, todo será suyo, y le deja con el perro.
El niño acepta la situación, pero pronto se impacienta y a pesar de las advertencias del perro, el niño no espera para entrar. En cuanto lo hace, el tesoro desaparece, y el niño pierde el tesoro y la posibilidad de ser príncipe.



CUENTOS BASADOS EN VALORES EDUCATIVOS


LA BRUJITA DULCE

Había una vez una brujita muy especial, porque era una brujita buena, pero no tenía ni idea de cómo ser buena. Desde pequeñita había aguantado las regañinas de las brujas, que le decían que tenía que ser mala como todas, y había sufrido mucho porque no quería serlo. Todos sus hechizos eran un fracaso, y además, no encontraba nadie que quisiera enseñarle a ser buena, así que casi siempre estaba triste.
Un día se enteró de que las brujas viejas planeaban hechizar una gran montaña y convertirla en volcán para arrasar un pequeño pueblo. La brujita buena pensó en evitar aquella maldad, pero no sabía cómo y en cuanto se acercó al pueblo tratando de avisar a la gente, todos se echaron a la calle y la ahuyentaron tirando piedras al grito de "¡¡largo de aquí, bruja!!". La brujita huyó del lugar corriendo, y se sentó a llorar junto al camino.
Al poco llegaron unos niños, que al verla llorar trataron de consolarla. Ella les contó que era una bruja buena, pero que no sabía cómo serlo, y que todo el mundo la trataba mal. Entonces los niños le contaron que ser bueno era muy fácil, que lo único que había que hacer era ayudar a los demás y hacer cosas por ellos.
- ¿Y qué puedo hacer por vosotros?- dijo la bruja.
- ¡Podías darnos unos caramelos!, le dijeron alegres.
La bruja se apenó mucho, porque no llevaba caramelos y no sabía ningún hechizo, pero los niños no le dieron importancia, y en seguida se fueron jugando. La brujita, animada, volvió a su cueva dispuesta a ayudar a todo el mundo, pero cuando iba de camino encontró a las brujas viejas hechizando la montaña, que ya se había convertido en un enorme volcán y empezaba a escupir fuego. Quería evitarlo, pero no sabía cómo, y entonces le vinieron a la cabeza un montón de palabras mágicas, y cuando quiso darse cuenta, el fuego se convirtió en caramelos, y la montaña escupía una gran lluvia de caramelos y dulces que calló sobre el pueblo.
Así fue como la brujita aprendió a ser buena, desenado de verdad ayudar a los demás.
Los niños se dieron cuenta de que aquello había sido gracias a ella, se lo contaron a todo el mundo, y a partir de aquel día nadie más en el pueblo la consideró una bruja mala. Se hizo amiga de todo el mundo ayudando siempre a todos, y en recuerdo de su primer hechizo, desde entonces la llamaron La Brujita Dulce


CUENTOS BASADOS EN VALORES EDUCATIVOS

EL PINGÜINO Y EL CANGURO

Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguró se enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Éste no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inició. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, éste había aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.

CUENTOS BASADOS EN VALORES EDUCATIVOS


EL ÁRBOL MÁGICO


Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.

El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra,supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo"¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.

El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras mágicas

CUENTOS BASADOS EN VALORES EDUCATIVOS


EL GRAN PALACIO DE LA MENTIRA


Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.
Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.